Traducido del libro Canaricoltura de Umberto
Zingoni
En
el siglo XIX fueron seleccionados en la región de Flandes unos canarios con una
posición extremadamente anómala, que recordaba al número 7. Esta posición, con
ligeras variantes, la encontramos hoy en
muchas razas: Bossu Belga, Rizado del Sur, Gibber, Giboso, Melado,…
Estas razas mantienen, desde pocos
segundos a varios minutos, el cuerpo y la cola en posición perpendicular, las
patas más o menos rígidas y el cuello lo extienden horizontalmente. Mientras
tanto las patas se agarran y la percha y se mueven constantemente con un
incesante nerviosismo que afecta a todo el cuerpo. Adelantaremos que esta
exhibición y posición es debida a un funcionamiento anómalo del sistema
nervioso.
Esta posición se trasmite a los
hijos. Cruzando cualquiera de las razas anteriormente mencionadas con canarios
normales, todos los hijos heredan en mayor o menor medida esta posición. Este
dato nos demuestra que la genética de la posición de 7 es de carácter aditivo.
Se ha comprobado que la posición y
el movimiento nervioso del canario son más notorios en los ejemplares de
plumaje intenso. No se sabe cuál es la razón pero no es de extrañar que haya
alguna que ahora nos es desconocida.
En muchas ocasiones se ha dicho que
la posición horizontal del cuello es una consecuencia de la posición vertical
del cuerpo ya que sirve para reequilibrar la posición inestable que tiene el
pájaro. Creo que no es verdad, ya que el cuello estirado mueve el baricentro
hacia delante y más que equilibrar introduce un nuevo motivo de inestabilidad.
La compensación a esta inestabilidad
viene de las articulaciones inferiores que se vuelven un poco hacia delante sin
dejar de estar rígidas, y en los momentos de más tensión el canario mueve las
alas como algunas mariposas.
Hay razas como el York, Lancashire,
etc. que tienen una posición muy erguida y no presentan ninguna tendencia a extender
el cuello y proyectarlo hacia delante.
Muchos ejemplares de estas razas con
posición de 7 mantienen el cuello recogido aunque la espalda y las patas estén
en posición vertical. Esto normalmente ocurre en los momentos de descanso. En
otras ocasiones el cuello está extendido y no se puede decir que sea para
mantener el equilibrio cuando la espalda está en posición vertical.
La interpretación neurofisiológica de esta característica es la
siguiente.
Es sabido desde hace tiempo que la
posición de todos los animales, tanto si se encuentran en reposo como en
movimiento, es de naturaleza nerviosa refleja.
Tomemos como ejemplo cualquier pájaro que duerme apoyado sobre la rama
de un árbol; si el viento mueve la rama el animal compensa inmediatamente la pérdida de equilibrio mediante adecuados
movimientos del cuello, del cuerpo o de la cola que evitan la caída. Y
evidentemente estos movimientos no son de naturaleza voluntaria porque el
animal sigue durmiendo. Aquellos que han tenido ocasión de observar a un
caballo durmiendo de pie también pueden hacerse una idea precisa.
Podemos caer en la tentación de
decir que esta regulación será más precisa si el animal está despierto; pero no
es cierto porque durante sus actividades habituales, todos los mecanismos
neuromusculares que mantienen su equilibrio son de naturaleza refleja, lo que
significa que actúan independientemente de su voluntad, la cual solo puede
modificarse para llevar a cabo otro programa de movimientos.
Este perfecto mecanismo automático
se origina en la bien conocida estructura nerviosa periférica que son los
propioceptores. Son en primer
lugar el laberinto no acústico, los
propioceptores musculares, articulares y de los tendones; y en segundo lugar
los receptores cutáneos y los del ojo (cuando el animal está despierto).
Cuando
el animal ha decidido voluntariamente mantener una cierta posición (por ejemplo
la del sueño de pie), son todos estos receptores los que desde este momento, en
cuanto sean estimulados por el mínimo movimiento pasivo del órgano en el que
están situados, envían una salva de impulsos nerviosos al centro mesencefálico
encargado del mantenimiento de la postura o posición. Este centro interpreta el
significado (en códice de frecuencia) de tales impulsos, e instantáneamente envía a otros
músculos (sobre todo a los anti
gravitatorios - extensores) responsables de la regulación de la postura y de
otros movimientos comunes.
Veamos
un ejemplo tomado de una visita a cualquiera de nuestras exposiciones
ornitológicas. Cuando un aficionado observa un canario que está en una jaula
colocada a la altura de los ojos y luego quiere observar a otro que está más
abajo ¿qué hace? Dobla las rodillas o el tronco para ver mejor en esa posición
y permanece así hasta que no ha terminado la observación. Durante todo este
tiempo el tronco permanece doblado
automáticamente (por vía refleja) hasta
que la persona no interviene con su voluntad para asumir otra posición o
volver a la posición de partida.
Muchísimos experimentos de
neurofisiología clásica han dejado claro este maravilloso mecanismo de
autorregulación. Se nos disculpará de no profundizar en estas nociones, que el
lector puede encontrar en cualquier texto de Fisiología en el capítulo de
“Reflejo Postural”.
Todo lo que hemos dicho se refiere
al mantenimiento de la posición normal. Ahora examinaremos la anormal posición
del Rizado del Sur y razas similares. Puesto
que toda actividad motriz coordinada sólo puede tener origen nervioso, se
deduce que la mutación responsable del
comportamiento anormal en cuestión
puede depender solamente de dos estructuras: de los
receptores y / o de los centros,
que son los dos
únicos elementos nerviosos capaces de generar los impulsos.
Y aquí está el problema. ¿Son los propioceptores
o son los centros posturales los responsables de la posición anómala? El
neurofisiologo no duda en la respuesta: son los
centros posturales.
Cualquier
movimiento de un animal provoca el movimiento opuesto
para restaurar el órgano a la posición primitiva (o para restablecer el
equilibrio). Por ejemplo: podemos flexionar y extender alternativamente
nuestro pie; resulta obvio decir que cuando
se contrae el músculo flexor para realizar la flexión del pie, el músculo antagonista
necesariamente debe relajarse, y viceversa cuando lo que se realiza es una extensión muscular.
Sólo si el movimiento requerido sirve para fijar firmemente el pie en la pierna, es cuando ambos músculos antagonistas deben contraerse simultáneamente.
Todo esto se conoce con el nombre de innervaciones recíprocas; lo que
esto significa es que, cada vez que un
centro nervioso provoca las contracciones de un
músculo, durante ese tiempo se interrumpen los impulsos al
músculo antagonista. Esta acción coordinada se refiere solo al centro nervioso
y se manifiesta en los grupos de músculos flexor – extensor.
Tanto si el canario está durmiendo sobre una pata o sobre dos, como si está despierto, o en movimiento o
parado, su equilibrio espacial
siempre lo mantienen los mecanismos mencionados anteriormente,desencadenados por la excitación
o estimulación de
los centros mesoencefálicos mediante los propioceptores. Si
experimentalmente se anestesian los propioceptores o se destruye el laberinto,
o los centros se dañan o resienten por condiciones agresivas (intoxicación,
hemorragia cerebral, etc.) el control postural es imperfecto y el animal se tambalea o rueda
por el suelo de la jaula o tiene un vuelo á
descontrolado que lo lleva a golpearse contra las paredes de la jaula.
La mutación de la que estamos hablando (posición en 7) ha
determinado en los centros posturales una anormal exaltada reflexibilidad
(actividad de naturaleza refleja), comparable solo al comportamiento de ciertas
palomas domésticas.
No se conoce nada de su génesis íntima, pero claramente se explica en favor de los músculos extensores. Los muslos se
prolongan hasta la pelvis, las patas hasta los muslos, los tarsos hasta las
patas; los ángulos de las diversas articulaciones tienden a los 180 grados; el
resultado solo puede ser la posición o postura vertical, la cual se desencadena
nada más llegar al centro de impulsos aferentes que, en ausencia de tal mutación, no daría
lugar a algo así, sólo a los
ajustes posturales normales.
En conclusión, el factor “postura anómala”
del canario depende de un exceso de descarga de impulsos extensores
que parten de los centros posturales y que alcanzan todos los músculos extensores del
cuerpo, incluyendo el cuello. El cuello se mantiene extendido no por
exigencia de equilibrio, sino por efecto de la anormal reflexividad que afecta
tanto a las patas (articulaciones inferiores) como al cuello.
La
alternativa de que el fenómeno dependa directamente
del centro postural no es sostenible porque todos los expertos en estas razas
saben que estos canarios asumen o acentúan la posición de 7 cuando se les estimula con alguna excitación
externa (golpes en la jaula, palmadas,
encender una potente luz de improviso, etc.).
La
alternativa de que el fenómeno dependa de un pequeño control inhibidor sobre el
centro postural por parte de la estructura encefálica superior es uno de los
argumentos principales de estudio de la
neurofisiología y no hay cambio en la
interpretación que hemos dado, ya que el factor genético en este caso sería un diminuto control
inhibidor de los centros
superiores sobre el centros postural real.
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